EL DON DE LA RISA

En esta coyuntura, su padrino en A.A. se ríe.

DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 27

Antes de empezar mi recuperación del alcoholismo, la risa era uno de los sonidos más penosos que conociera. 

Yo nunca me reía y cualquiera que se riera me parecía

que se estaba riendo de mí. 

Mi ira y la lástima que tenía de mí mismo me privaban de los placeres más sencillos y de la alegría del corazón. 

Al llegar al fin de mis días de bebedor, ni siquiera el alcohol podía provocar en mí una risita borracha.

Cuando mi padrino de A.A. empezaba a reír y a señalarme esa lástima de mí mismo y los engaños que alimentaban mi ego, me sentía molesto y herido, pero me enseñaba a no tomarlo todo tan en serio y a enfocarme en mi recuperación.

Pronto aprendí a reírme de mí mismo y, finalmente, enseñé a reír también a aquellos a quienes yo apadrinaba. 

Cada día pido a Dios que me ayude a dejar de tomarme a mí mismo demasiado en serio.

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