SERVIR A MI HERMANO
El miembro A.A. le habla al recién llegado no con un espíritu de poder sino con un espíritu de humildad y debilidad.
A.A. LLEGA A SU MAYORÍA DE EDAD, p. 272
Según pasar los días en A.A., le pido a Dios que dirija mis pensamientos y mis palabras al hablar.
En esta participación continua se me presentan muchas oportunidades de hablar. Elevo mi pensamiento y pido: “Querido Dios, ayúdame a vigilar siempre mis pensamientos y mis palabras, que sean las verdades, lo correcto, de nuestro programa.
Ayúdame Dios, a reconcentrarme en busca de Tu amorosa guía, de manera que lo que diga sea verdaderamente amoroso, bondadoso, útil y sanador, pero lleno de humildad y despejado de cualquier matiz de superioridad.
Tal vez hoy tenga que enfrentar palabras o actitudes desagradables características del alcohólico.
Si esto ocurriera, haré una pausa para centrarme en Dios y entonces reaccionar desde un punto de vista de compostura, fortaleza y sensibilidad.