«TU VOLUNTAD, NO LA MÍA»
. . . cuando se hagan peticiones específicas, será bueno agregar a cada una de ellas esta reserva: «. . . si es Tu voluntad».
DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 109.
Yo simplemente pido durante el día que Dios me dé la mejor comprensión de su voluntad que yo pueda tener para ese día, y que se me conceda la gracia para cumplirla.
Según transcurre el día, puedo hacer una pausa cuando me encuentro en situaciones que debo enfrentar o con otras decisiones que debo tomar, y renovar la simple petición: «Hágase Tu voluntad, no la mía».
Siempre debo tener en mente que en todas las situaciones yo soy responsable del esfuerzo y Dios es responsable del resultado.
Puedo «desprenderme y dejárselo a Dios» repitiendo humildemente: «Hágase Tu voluntad, no la mía».
La paciencia y la perseverancia en buscar Su voluntad para conmigo, me librarán del dolor que dan las expectativas egoístas.
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